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martes, 22 de octubre de 2013

La noche para dormir. El día para vivir


Dormir es salud. Dormir es vida. Son estos tiempos en los que sobrevaloramos todo lo que hacemos estando despiertos y le damos muy poca importancia a lo que ocurre en nuestro cuerpo, en nuestra mente, mientras permanecemos dormidos. Parece que cerrar los ojos y desconectar no es de triunfadores. Quizás lo que desconocemos es que para que las cosas salgan a pedir de boca, tenemos que estar descansados.

Dormir bien es sinónimo de bienestar, de felicidad, de tranquilidad. Es, sin duda, una de las piedras angulares de la salud. El insomnio es una de las lacras de la sociedad moderna. El estrés, las preocupaciones y una rutina llena de excesos durante la vigilia no nos están ayudando.



La ciencia ha establecido que el déficit de sueño puede tener efectos adversos para la salud:

•          Debilita el sistema inmunológico
•          Afecta a la memoria: No dormir bien puede tener un impacto en la capacidad de pensar con claridad al día siguiente
•          Disminuye la capacidad para resolver problemas
Alterar el sueño también puede aumentar los trastornos relacionados con el estrés, incluyendo:
•          Enfermedades cardíacas
•          Úlceras estomacales
•          Estreñimiento
•          Trastornos del estado de ánimo como la depresión



No dormir envejece prematuramente ya que dificulta la producción de la hormona del crecimiento, que por lo general es liberada por la glándula pituitaria durante el sueño profundo. Esta hormona ayuda a vernos y sentirnos más jóvenes.

LIMPIAR EL CEREBRO

Un estudio reciente de la Universidad de Rochester (EEUU) demuestra la naturaleza reparadora del sueño.
"Dormimos para limpiar el cerebro. Dormir parece ser el resultado de la liquidación activa de los subproductos de la actividad neuronal  que se acumulan durante la vigilia", explica Maiken Nedergaard, autora principal del estudio. En concreto, su trabajo apunta que durante el sueño el cerebro es muy activo en la eliminación de residuos, como la proteína beta-amiloide, responsable de la enfermedad del Alzheimer y otros trastornos neurológicos. Los investigadores encontraron que, mientras dormimos, las células del cerebro encogen y se reducen un 60%, lo que permite que los residuos se eliminen con mayor eficacia.



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